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http://www.terrascope.co.uk/
(...) Right from the off, the band are in crazy
mode, seemingly led by Mr Allen's vocal
extravagances, before Kawabata Makoto blasts the
band right off the radar and into the golden void.
Throughout the album the Glissando guitar and
space whispers of the Gong half manage to hold
their own, and often overtake, the intense
musical visions of the AMT half creating the
perfect meld of the two bands, both sides adding
a fresh dimension to the other (think Camembert
Electrique meets Absolutely Freakout). It's hard
to pick highlights as the whole CD is superb but
there is a storming version of "Lady
Lemonade" with a lovely mellow feel to it,
as well as a frighteningly psychedelic version of
"Master Builder"(here called "Hari
Balmy Bom Riff") that exudes energy from
every sweaty pore. The more you play this CD the
more you will find to delight, whichever band you
favour and if you love them both as much as me,
then, man, are you going to be in heaven, go get
one and put a huge smile on your face.
Simon Lewis
OUTER
SPACE GAMELAN
As the name suggests, Acid
Mothers Gong is the inevitable meeting between
krautrock kingpins Gong and present-day
torchbearers Acid Mothers Temple. Daevid Allen,
Gilli Smyth and Josh Pollock make up the Gong
side whereas this particular Acid Mothers Temple
configuration is Kawabata Makoto, Higashi Hiroshi,
Tsuyama Atsushi and Yoshida Tatsuya, which I
believe falls somewhere in between the lineups of
the Cosmic Infero and the Melting Paraiso U.F.O..
The meeting of these two goliaths came to
fruition at a show in 2003 and these are the
resuts - an hour plus psychedelic blow-out of
epic proportions. Hey, it's not every show you
get to perform with your idols (or is it? An Acid
Mothers Gong "Live in Tokyo" disc is
scheduled to follow), so AMT were going to have
to make the best of it...which they did. The Acid
Mothers leave behind the heaviness of their more
recent releases ("Starless and Bible Black
Sabbath", "Anthem of the Space",
etc) and set the controls for the heart of the
milky way with smooth, free-flowing jamming not
unlike early Gong records. When two bands
understand eachother as well as these two do,
perfect synchronization doesn't seem to be a
challenge. The first four tracks average fifteen
minutes apiece, the last of which is "Lady
Lemonade", a variation on an Acid Mothers
staple. All four start out slow and pick up a
full head of a steam before coming to a riotous
conclusion. The final three cuts are shorter with
even more breathless freakouts, as if the band
are cramming those same fifteen minutes of
jamming into a much tighter space. If your CD
shelf is already overflowing with Acid Mothers
Temple releases you can maybe afford to let this
one go, but for the unitiated or those curious to
check out what a combination of these two bands
on the same stage can offer, it comes highly
recommended.
http://www.rockaxis.com
Cuando una persona tiene 68 anos, por lo general
comienza a
ver la vida desde el lado de los que vienen de
vuelta,
manteniéndose incólume y agradecida frente al
presente,
indiferente e incierta frente al futuro, y
esclavizada con
el pasado. De la capacidad de asombro queda muy
poco, y el
afán de búsqueda es reemplazado con la
sabiduría del que ya
buscó y ahora conoce. Se vive a un ritmo más
cansino,
disfrutando cada segundo que el padre Tiempo
regala, y la
elaboración de proyectos, cede su espacio mental
al análisis
de los logros, recordando y recontando lo que se
alcanzó en
el camino recorrido.
Eso era lo que yo creía hasta que hace unos
buenos anos
atrás conocí la vida y obra de Daevid Allen.
Australiano,
fue una suerte de beatnik y hippie (cuando los
hippies
todavía no existían) en su juventud, y se
dedicó a recorrer
el mundo. Fue por 1962 o 1963 cuando llegó a
Canterbury, en
Inglaterra, y conoció a unos jovencísimos
Robert Wyatt,
Kevin Ayers, Mike Ratledge y Hugh Hopper. Los
metió de lleno
en el mundo del jazz, el minimalismo y la
vanguardia, y con
ellos formó a The Soft Machine, banda clave para
aproximarse
y entender tanto la corriente Canterbury como el
desarrollo
del rock experimental en su historia. Tras dejar
por razones
forzadas a los Softs, Allen se quedó en Francia
y formó a
Gong, uno de los capítulos dorados del space
rock de los
setenta.
Desde entonces mucha agua ha pasado bajo el
puente, y lejos
de recluirse, Daevid Allen ha mantenido hasta hoy,
a sus 68
anos, una prolífica carrera, tanto en las
múltiples
ramificaciones del planeta Gong (Mother Gong, New
York Gong,
Gongzilla, Gong Maison, etc.), como en su rockera
banda
University Of Errors, o sus proyectos
multidisciplinarios y
múltiples colaboraciones con todo tipo de
artistas de
vanguardia. El denominador común siempre es la
sorpresa, la
innovación, el carácter profundamente lúdico y
el sano
inconformismo, dando muestras de un espíritu
eternamente
joven y nómade, además de un talento inagotable.
Sus más recientes andanzas suman el haber
lanzado siete
discos en poco más de un mes, la actividad como
performista
y la formación de Acid Mothers Gong, proyecto
que lo reúne
con su companera de toda la vida, la poetisa
Gilly Smyth, un
par de companeros de University Of Errors, tres
músicos
japoneses del colectivo Acid Mothers Temple,
además del
eximio baterista Yoshida Tatsuya. Con esta nueva
aventura,
Allen sigue moviéndose por los límites de la
música popular,
experimentando de un modo majadero para poder
expandirlos
aún más.
"Live In Nagoya", disco que nos
recuerda el espíritu de los
inolvidables álbumes en vivo del Gong clásico
como
"Continental Circus," "Live Etc"
y "Gong Est Morte, Vive
Gong", fue extraído de una presentación
que el octeto brindó
en la ciudad nipona en 2003, y la verdad es que
los
objetivos trazados por Daevid Allen se cumplen de
modo
fehaciente uno tras el otro. En un contexto
inicialmente
impredecible, desquiciado y feroz, pero que luego
se va
controlando, la más audaz de las encarnaciones
de Gong
deslumbra con el fulgor de su llamarada. Allen
erige su
juventud interior y renueva sus asombros para
largarse a
jugar con su voz y darle a la experimentación de
sonidos con
la guitarra, labor en la cual se complementa muy
bien con el
guitarrista Josh Pollock.
En que los objetivos se hayan logrado cabe
destacar al
elenco que acompana a Allen, en especial al
batero Tatsuya:
este pequeno japonés se transforma, cual Gokú,
en un
incansable gladiador al sentarse tras los
tambores,
matizando andanadas de incontrolable furia
percutiva con la
elaboración de complejísimas estructuras
entretejidas, que
nos deja clarísimo que este hombre nació con
baquetas en las
manos. Tatsuya es el volcán del cual emana la
energía que
Allen cataliza, para transformar a este disco en
una prueba
indesmentible de la buena salud de su capacidad
de visión y
creación.
Por otro lado, también es genial la labor del ya
mencionado
Pollock, y las declamaciones lisérgico-orgásmicas
de Gilly
Smyth son fieles a lo que ha sido su sello de
siempre. Como
si el lanzamiento de este material fuera poco, el
sello Vivo
y la Sociedad de Apreciación de Gong (GAS)
editaron el disco
"Live In Tokyo", parte de esa misma
gira de 2003, para
mantener satisfechos a los seguidores de todo
este
maravilloso universo paralelo que Allen y
companía trajeron
a nuestros oídos.
Sin duda, "Live in Nagoya" sorprenderá
gratamente a quienes
lo escuchen, porque nos muestra a un colectivo de
artistas
con pleno dominio de sus facultades y una visión
clara hacia
la innovación total. Esto sobre todo destaca en
el caso de
Daevid Allen, que nos demuestra que tiene cuerda
para largo
aún, y que el fuego está lejos de extinguirse
en las almas
de quienes han sido tocados por su varita mágica.
Me quito
el sombrero frente a esta eminencia.
Pedro Ogrodnik C.
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